sábado, 27 de febrero de 2010

¿Cómo puedo participar?

Hace unos días escribimos sobre la idoneidad de un cierto tipo de candidato opositor a la Asamblea Nacional. Hace más tiempo comentamos sobre la necesidad de tener una propuesta clara para lograr acceder a las sillas del congreso. 

La discusión de estos temas no debería ser extensa, pero lo es. Seguimos entonces: buenos candidatos, con posibilidades de ganar y buena propuesta, que llegue a los electores. Hoy hablaremos un poco más sobre los candidatos y la participación de las gentes comunes y corrientes.

Creemos firmemente que los mejores candidatos siempre serán aquellos más movidos en el mundo de la política. ¡Sí, son los políticos! 

Llevar adelante una campaña exitosa requiere una buena dosis de oficio: saber defenderse de la guerra sucia; saber llevar a cabo una guerra sucia, que no le acabe salpicando; saber hablarle a cada grupo cultural, mostrando empatía y el porqué su propuesta es la mejor frente a otras; tener calle; tener logística para financiarse, moverse por su región, movilizar a los electores flojos el día del evento y defender sus votos en el momento de la totalización.

¿Qué puede hacer una persona que no milita en ningún partido político para promover cambios en la administración de su región? Una opción fácil es inscribirse en un partido que le guste, hacer el trabajo que le asignen y dar su opinión cuando se la pidan. Además puede, debería, hacer carrera en la organización y, de tener éxito, obtener el apoyo del partido para optar a cargos de elección.

En realidad hay una opción más simple. Si no desea hacer carrera política, ni inscribirse en el partido, seguro se puede poner a sus órdenes como simpatizante. Las tareas asignadas parecerán más anodinas, pero tendrán su utilidad.

El problema a la hora de vender el modelo de los párrafos anteriores es la falta de un partido a imagen y semejanza de cada quien. No todo el mundo, de hecho casi nadie, acepta todas las condiciones que implica la disciplina. Sin embargo, un partido es una organización constituida para lograr un fin, obtener el poder político; que es imposible alcanzar para cada individuo por separado. Para ello debe mantener una jerarquía, garante de que todos trabajen unidos en la misma dirección.

Visto lo anterior, debe haber más opciones. O quedaríamos reducidos a un partido por persona, una configuración bastante ineficiente.

Buena noticia, las siguientes opciones son más simples aún. Sirven para aquellas personas que desean impulsar cambios sociales positivos, pero no estar ligados a la linea de un partido, con el cual no quieren ser incondicionales. Deben no desear tanto libar las mieles del poder, como disfrutar los beneficios de vivir en una sociedad más feliz. Son las opciones favoritas en caraquensis.

La primera, se puede estudiar un poco y opinar de manera sincera. Se debe buscar la forma de influenciar de manera positiva a quienes sí detentan el poder, para que lleven adelante los cambios que necesita toda sociedad. En este caso, simple no es igual a fácil. Hay mucha competencia y hay que ser muy persuasivo.

Sin embargo esta forma de participación está potenciada hoy por el auge de las redes sociales, que la convierte en algo económico y accesible. Se comienza con una cuenta en twitter y un blog ;)

La segunda forma, simple y fácil, es buscar una propuesta hecha por una organización existente y apoyarla. Esta es la forma más moderna de participación. Es muy práctica para la persona, porque no genera ningún compromiso con la organización. Por esa misma razón, en el largo plazo obliga a los partidos políticos a mantenerse conectados con las necesidades de los electores. O éstos le serán infieles. Debe haber una buena dosis de está participación en el total. Creemos que es sano.

Mencionamos aparte dos formas más de participación. Primera, crear un partido político. Segunda, crear un partido político sin que nadie lo sepa. No recomendamos de ninguna manera la segunda de estas opciones.

Queremos concluir con una idea más. La antipolítica en Venezuela fue consecuencia del fracaso de los partidos, para dar respuestas a la altura de las necesidades de los ciudadanos. Lo que debió impulsar la renovación de los partidos, desencadenó el odio irracional a todo lo que hedía a estas organizaciones.


Entre los hijos del descontento hacia los partidos, Chávez es el delfín indiscutible. Es el líder del partido con la mayor militancia, su voz es prácticamente la única que suena. 

Esto no estaría tan mal, de no ser indispensable su presencia en la organización. En caso que se retirarse del partido, éste desaparecería. A veces parece que Chávez ha impulsado la creación de un partido nuevo y poderoso, y sin embargo esto es de alguna manera falso. Es simplemente la oficina que gestiona su marca personal.

Si bien Chávez ha sido el delfín de la antipolítica, su caso no es único hoy en día. Montones de pichones pululan por ahí, soñando ser líderes de un país a su imagen y semejanza. Los reconocemos en aquellos que dicen "los partidos deben obedecer a la sociedad civil"; cuando lo que realmente dicen es "los partidos deben obedecernos a nosotros". 


Tampoco estaría tan mal, de no ser por la facilidad con la que algunos de estos pichones acceden a los medios masivos, sin grandes contrapesos de opinión. Dada su presencia abrumadora, a veces puede parecer que su "nosotros" sí es un nosotros y no tanto un "ellos".

En caraquensis tememos a esa gente, a toda.

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