Los titulares de hoy muestran un par de notas interesantes en cuanto al problema energético por el que pasamos.
Por un lado el ministro de Energía Eléctrica, Alí Rodríguez Araque habla a los medios, diciendo que se analizará la oferta de energía eléctrica formal a ser presentada por las autoridades colombianas. Tal declaración desmiente al vicepresidente, Elías Jaua, que había declarado en rechazo categórico la oferta un día antes.
Cosas como esta siempre dan mala impresión. Aparte de ello, no está claro de qué se trata. ¿Es falta de comunicación y coordinación entre los ministros? ¿Es rivalidad entre los factores gubernamentales? ¿Están jugando al policía bueno y malo con la oferta?
Las dos de las tres opciones, y la tercera tal vez también, dejan en situación precaria a los que, ojalá no, veremos apagarse los bombillos.
Y de esto mismo va la segunda nota. Desde hace años ya, la política gubernamental frente a esta crisis ha comenzado por regalar bombillos ahorradores, a condición que sean usados en lugar de los incandescentes.
En caraquensis nos preocupa que las únicas políticas hacia el consumidor sean regalar bombillos y castigar a los grandes consumidores. La campaña de reemplazo de bombillos tiene toda la estructura para convertirse en fuente de corrupción. Con lo cual se perderán grandes cantidades del dinero que debería emplearse en soluciones más definitivas. Por otro lado, la penalización de grandes consumidores, en los términos que fue planteada, emplea enormes recursos para ser llevada a cabo. Y su exito no está garantizado. Por ejemplo, ¿alguien puede decir con seguridad cuanta energía se ahorrará por esta vía?
Esperaríamos mejores ideas. Incentivos verdaderos al ahorro, que de paso agreguen resiliencia al sistema. ¿Que tal si el dinero que alguien emplea en comprarse una planta generadora portátil, para sobrellevar los apagones, y que funciona con gasolina subsidiada, se empleara en adquirir paneles solares?
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