sábado, 20 de febrero de 2010

La generación Globovisión

Es un día cualquiera. Un grupo de jóvenes universitarios protesta. Hay alguna acción dramática. Tal vez algo se quema. Tal vez alguien es detenido injustamente y le siembran algo. La protesta queda atrás y los chamos son víctimas de la tristeza, de la frustración.

Ellos querían algo, que pasara algo definitivo. Creían en ese el día y no lo habían logrado. La ultra euforia de la lucha de calle había quedado atrás. Ahora no había nada.

Tal vez no era tan fácil. Tal vez creyeron que bastaba el hecho mediático. ¿Por qué si Esteban podía decir "por ahora" en tv y destronar la democracia bipartidista, y tantos estaban de acuerdo en que había grandes contradicciones en el presente; era tan difícil lograr esa movida final? Ese momento en que la sociedad pidiera cuentas. Los rostros cansados y tristes, no encuentran la respuesta.

En caraquensis creemos que son los síntomas del mal de la inmediatez de los medios. La falsa creencia que la velocidad de propagación de la información es igual a la de aceptación del mensaje. La falsa creencia que todos entienden la importancia de los temas importantes de igual manera. Es el mal de los medios de comunicación, que entienden la sociedad a su imagen y semejanza. Es el mal de algunos periodistas y opinadores. Mal que ha contagiado a los chamos que tenían entre seis y diez años, hace once años.

Este mal de los medios también es el mal de la antipolítica, cuyo síntoma principal es la creencia que cualquiera hace la política mejor que los partidos, que las organizaciones políticas. Entonces hay otras organizaciones que son preferidas: los medios, los militares, la iglesia o la sociedad civil.

Es una forma de ceguera, que impide ver las contradicciones. Cualquier organización que haga política; es una organización política. Si además, se trata de una organización reciclada de otras funciones, inevitablemente lo hará mal.

El colmo es esa interpretación organizacional de la sociedad civil, suerte de club donde cualquiera puede ser admitido. Al final, la lucha por el poder en el grupo es más dura que la lucha por el poder nacional. Y en nuestra opinión, imposible de ganar. Derivamos entonces en la aparición, dentro de los grupos de la sociedad civil organizada, de algunos que no son sino pequeños partidos que no quieren serlo.

Este mal se cura fácilmente. Hace falta más humildad. Hace falta escuchar más y hablar menos. Hace falta sentir más las cosas antes de explicarlas.

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